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Simplemente: Hugol

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Hugo Sánchez Márquez es sin duda el primer nombre que se le viene a la mente a casi todo mexicano cuando se habla del máximo exponente de nuestro fútbol que ha triunfado del otro lado del charco. Y no es demeritar a otros grandes jugadores como Rafa Márquez, Guardado, Luis García o cualquier otro que se atrevió a intentarlo fuera de nuestro país.

Y más allá de hablar de los goles, estadísticas, triunfos y palmarés del “penta pichichi” es hablarles a las nuevas generaciones y aquellos de memoria corta lo que conlleva el nombre de este gran jugador.

 “Indio, ca#$%*, te mandaremos al paredón”.

Hoy es motivo de escándalo e indignación por parte de todo el mundo cuando las redes sociales, los noticieros y cualquier medio de comunicación dan a conocer una noticia respecto a temas respecto a la piel, raza o religión. Lacera el entorno y es casi imposible creer que en nuestros días esto aun suceda y más a algún famoso o reconocido atleta porque si a él le pasa, a uno que nos puede esperar.

Y no hace mucho el mundo del fútbol volvió a escandalizarse con los actos de prejuicios contra el jugador del Real Madrid, Vinicius Jr., por parte de los aficionados del Valencia. La tecnología y las mismas redes sociales ayudaron muchísimo a manera de denuncia para poder identificar a los responsables de los insultos de este tipo; suspensiones, multas y cuestiones penales derivaron de estos actos. Hoy la FIFA y los países tienen leyes contra estas situaciones, se ha avanzado en este tema y seguramente en el futuro habrá mejores formas de castigar a los culpables; pero hubo una época en la que los prejuicios no solo provenían de la porra rival.

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A su llegada a la capital española en el año de 1981 y fichado por los colchoneros, Hugo Sánchez comenzó a vivir en carne propia diversos actos de este tipo por una gran parte de la afición, prensa y partidarios del Atlético de Madrid. Aún no había jugado ni un solo minuto y ya se escuchaba por diversas fuentes frases como “queremos futbolistas, no mariachis”, “indio de mier%#*” y cuanto insulto respecto al “penta” se les ocurría.

Pero no terminaron ahí las agresiones contra Hugol, algunas veces fueron los rivales con golpes arteros fuera de lo reglamentario, escupitajos, más insultos y cuanta artimaña gandalla se nos ocurra para hacerlo desatinar; algunos podrán pensar que esto “es parte del juego, de tratar de desconcentrar al rival” pero el verdadero objetivo era que el mexicano cometiera algún error grave como responder con golpes o llevarlo a pensar en regresar a su país.

El camino tortuoso de los prejuicios para el mexicano no terminaba con el pitazo final por parte del árbitro. Una vez que Hugo ingresaba al vestidor la historia no era diferente ya que muchos de sus compañeros no lo querían ahí, no querían compartir habitación cuando viajaban o en las concentraciones. La ignorancia ajena lo seguía en todo momento.

Cambiando los prejuicios por respeto.

Es inimaginable lo que fue para Hugo Sánchez esa primera temporada en el Atlético de Madrid: insultos, patadas, golpes desleales, prejuicios por doquier… ¿cuál es la mejor forma de afrontar el día a día y mantenerse empeñado en alcanzar el objetivo sin rendirse? El mexicano la tuvo muy clara siempre y fue la de callar bocas con goles. Así de simple suena pero que difícil de hacer; en su primer año anotó 8 goles mientras que el pichichi de esa temporada, Enrique Castro “Quini”, ganó el título de goleo con 26 tantos. Seguramente esta cantidad de goles no aminoró el ánimo ni le hizo tener mejores condiciones para desarrollarse como futbolista, pero el macho estaba en camino a la gloria. Fue hasta su cuarta temporada con el Atlético de Madrid que consigue su primer pichichi para él y para cualquier otro mexicano. Hugo Sánchez Márquez había escrito su nombre en la historia del fútbol español.

Para la temporada 85-86 y aun sin saberlo, Hugol ha llegado a la que sería su casa eternamente, es su quinto año en España y es firmado por el Real Madrid. Hoy todo aficionado al fútbol sabe que este equipo es uno de los más ganadores y económicamente poderosos de Europa, un club serio en todo sentido, profesional, con principios éticos y sociales muy fuertes que deben seguirse en todo momento y que por ende el jugador que llega su único objetivo es ser digno de la casaca merengue. Pero al inicio no fue del todo fácil para el mexicano, otra vez.

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Años más tarde cuando Emilio Butragueño es entrevistado en México en un afamado programa deportivo del momento de la televisora del Ajusco, le preguntan: “¿qué tan cierto es que a Hugo Sánchez no lo querían sus compañeros del Real Madrid a su llegada?”, con toda la seriedad y honestidad que siempre distinguió a este jugador responde “es verdad, había muchos compañeros que no le hablaban en el vestidor, no lo invitaban a las reuniones fuera del club y pedían al entrenador no los pusieran en la misma habitación en las concentraciones, penosamente debo decir que creo fui parte de esto al no oponerme o hacerlo sentir bienvenido…”.

En su primer partido oficial con los merengues se escuchaban algunos gritos de “indio, indio, indio…” en las tribunas, pero esta situación duro muy poco ya que con la mentalidad ganadora que siempre lo distinguió, anota el primero de muchos goles como merengue y a pesar de salir expulsado, comenzó a cambiar los insultos por aplausos. Esa temporada fue la de consagración del ariete mexicano ya que con 22 goles consigue el segundo pichichi y el respeto de la afición madridista. Esta situación goleadora se repetiría no dos o tres veces, sino 4 veces más de forma consecutiva convirtiéndolo, hasta ese momento, en el primer tetra campeón de goleo de forma consecutiva en la historia de la liga española. Ni Di Stéfano, ni Quini, ni Puskas… ¡nadie! solo Hugo.

Al año siguiente no sería el mexicano campeón de goleo, pero para la temporada 89-90 regresaría a lo más alto de la tabla goleadora y así ganaría su quinto y último pichichi; al igual que Di Stéfano y “Quini”. Para este momento, Hugo ya no era aquel indio al cual quisieron quebrantarle el espíritu, se había ganado el honor de ser el “9” del Real Madrid; el que metía goles de cabeza, de pierna izquierda o derecha, de penal, de tiro de castigo, tijera y por supuesto de chilena.

Ya solo había amor, elogios, respeto y reconocimientos para la figura del Real Madrid. Y fiel a su costumbre Hugo tenía que hacerlo mejor que nadie y dejar huella en la obtención de su último pichichi con dos singularidades. La primera es que, de los 38 goles anotados por el macho, todos fueron anotados “a primer toque”. Nadie más ha logrado esto hasta el día de hoy. La segunda singularidad y la cereza del pastel fue que ese mismo año logra anotar el que es considerado su mejor gol de chilena ante el equipo del Logroñés. Básicamente es el resultado de años de trabajo, de resiliencia y ganas de trascender.

Para quienes no sepan de que gol de chilena hablo, búsquenlo en las redes y déjense maravillar con ese poema. Fue tan mágico que para cuando el mexicano estaba terminando de dar su emblemática marometa posterior a cada gol que realizaba, la afición presente en el Santiago Bernabéu y el resto del mundo lo teníamos ya inmortalizado en nuestra memoria.

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Sí, para mí, todo comenzó con Hugo.

Cuando eres un niño vives literalmente de sueños, quieres ser policía porque crees que eres capaz de acabar con el mal, sueñas con ser un bombero o doctor porque sientes empatía por los demás y deseas ayudar. Para mí, teniendo 6 años, quería ser futbolista. De pronto la euforia del fútbol me rodeaba, por un lado, el mundial del 86 acababa de terminar y en la televisión comencé a perderme mis caricaturas favoritas porque justo a la hora de la comida comenzaban ocasionalmente a transmitir partidos específicamente de un equipo: el Real Madrid.

Y a esa corta edad no lograba entender porque es que era tan importante quitarme mi hora de televisión, para escuchar las voces del “Che Ventura” o Juan Dosal y oírles hablar maravillas de un tal Hugo Sánchez. Era una época en la que en la televisión solo había unos cuantos canales; en algunos podías ver a esa hora noticias y tv novelas, en otro trasmitían series familiares viejas de estados unidos, un par de canales más aún estaban descubriendo que programación podían transmitir que fuera atractivo; estaba el canal educativo por excelencia del IPN y a esa edad era lo que menos querías ver y finalmente, estaba el canal de los niños donde había caricaturas y el fútbol europeo. No había mucho de donde escoger así que ver los de Madrid no parecía mal negocio.

Ver de manera recurrente al equipo merengue y sus partidos se convirtió en una especie de espera similar a los regalos de navidad, sabías que muy probablemente el macho te regalaría un gol, la cuestión era saber si sería de tiro, libre, remate de cabeza, a pierna cambiada o la especialidad de la casa, de chilena. Eso llenaba mi corazón y me hacía emocionarme por ver que genialidad haría ese día. No solo era por el hecho de que era mexicano, sino que era un fuera de serie y adelantado a muchas épocas. Verle saltar a rematar de cabeza o barrerse con esa hambre de gol y empujar el pase de Michel o Butragueño era mágico ante mis ojos.

Y casi sin darme cuenta no solo veía a Hugo, me encontré muchas veces maravillado viendo correr a Chendo o Sanchís por la banda y mandar un centro perfecto para el mexicano, me sorprendí muchas veces a mi mismo viendo lo forma elegante de jugar de Butragueño y filtrar un pase casi perfecto para que el “9” la empujara a gol. De pronto me sabía de memoria la alineación en que posición jugaba cada futbolista… ya era aficionado del Real Madrid.

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Pero no era el único, a donde quiera que se hablara o se hiciera referencia al fútbol, se oía, hablaba, respiraba y vivía el Real Madrid. No sólo era un mexicano jugando y sobresaliendo en Europa, era Hugo representando a su país demostrándole al mundo lo que era hacer poesía en cada gol. No había periódico, noticiero o programa televisivo que no hablara del centro delantero del Real Madrid. Muchos bares y restaurantes se llenaban de oficinistas a la hora de la comida solo para ver jugar al macho. Eso solo pasaba en su momento con el boxeador, Julio César Chávez y el pitcher de los Dodgers, Fernando “el toro” Valenzuela; cada uno eran un fenómeno mercadológico en su disciplina y paralizaban a nuestro país.

Alguna vez escuché a Jorge Valdano decir que en el fútbol lo más difícil era hacerlo fácil y tenía razón. Hugo era ese que hacía ver fácil todo. Él solo se elevaba, aventaba su cuerpo hacia donde debía ir y ¡pum! Golazo de chilena o tijera; así de fácil. Eso era lo que maravillaba del ariete mexicano; la aparente facilidad de que cualquiera podía hacer lo mismo que él. Existe un fragmento de una entrevista en la página oficial del Real Madrid donde el mismo jugador es el que dice haber metido aproximadamente 30 goles de chilena… ¡Eso es una barbaridad! Es decir, si analizamos fríamente las estadísticas de algunos de los goles de CR7, Messi o algún otro considerado grande del balompié de hoy en día, podremos recordar dos o tres grandes goles con esta técnica, pero para el mexicano era otro día en la oficina.

Héxito con “H” de Hugo.

Pero creo que solemos demeritar la exitosa carrera de Hugo Sánchez. ¿por qué? Muchas veces el mismo “9” lo ha explicado de la siguiente forma –“los mexicanos somos un grupo de cangrejos en un balde, cuando uno de estos esta casi por salir del balde, los otros lo jalan para que no salga o buscan pasar sobre él para que ellos sean los que logren salir…”– tristemente, tiene toda la razón. Y todo comienza con lo más básico como son los típicos comentarios que buscan demeritar lo logrado por Hugol: que si muchas de las anotaciones del ariete eran porque le daban medio gol, que solo era el clásico caza goles, que si en la selección mexicana no rendía, que si su personalidad o que si esto o aquello; el caso es restarle mérito a este gran cangrejo que logró salir del balde llamado fútbol mexicano.

Sinceramente creo que es tiempo de que comencemos todos a darle el verdadero reconocimiento a la carrera y logros de Hugo Sánchez Márquez. Por ejemplo, los prejuicios que él vivió ningún otro jugador mexicano tuvieron que vivir afortunadamente. Otro claro ejemplo es que es sabido por muchos que el “9” tenía por costumbre quedarse dos horas adicionales en cada entrenamiento a repetir y repetir todo aquello que él creía necesitaba trabajar y perfeccionar, en nuestros días, ¿cuántos futbolistas profesionales mexicanos imitan esta situación? Pocos o ninguno. Y es por eso por lo que cuando vemos a Antuna, Chicharito, Vega, o cualquier otro fallar una jugada de gol “fácil” no entendemos porque es que fallan. Simple, no trabajan como Hugo lo hacía.

Pocas veces se veía al mexicano caer en fuera de juego, casi siempre estaba de frente y en posición franca de gol, se lesionaba poco, tenía fácil remate de cualquier forma, le pegaba con las dos piernas, muchas veces remataba a la portería o muy solo o con mucha facilidad. ¿Por qué? Porque todo esto se entrena y se repite una y otra vez hasta que se hace de manera mecánica. Eso señores, es trabajar buscando ser el mejor en busca del éxito.

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Es hora de dejar de demeritar los logros ajenos; creo fervientemente que para avanzar como sociedad es tiempo de incentivar, apoyar y aplaudir los éxitos de aquel que está a nuestro lado; durante décadas hemos sido los peores cangrejos de este balde llamado México. ¿Por qué no intentar ser un cangrejo mejor o diferente en esta turbia y fea cubeta e impulsar a ese otro para que alcance sus sueños y metas? ¿Por qué no aplaudirle cuando logra hacerlo y tratar de imitar o incluso superarlo basándonos en el trabajo, esfuerzo y constancia? Einstein decía que “locura es hacer lo mismo una y otra vez de la misma forma y esperar resultados diferentes”.

Hoy seguimos intentando crear futbolistas exitosos con la misma fórmula fallida y alentamos a los cangrejos con super sueldos, volviéndolos ídolos de una manera muy fácil, barata y sin muchos méritos cuando al menos en lo que respecta a centros delanteros tenemos la única solución que ha sido diferente y exitosa que se llama Hugo Sánchez. ¿Por qué no intentar formar personas exitosas antes que futbolistas exitosos? ¿Qué otra opción o idea se te ocurre que ayude a crear mejores futbolistas o deportistas y dejemos de ser cangrejos?

Es hora del intercambio de opiniones, ¡pero con fair play en todo momento… los leo!

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Oksana Chusovitina: La Gimnasta que Desafió al Tiempo y las Adversidades

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Oksana Chusovitina es una de las figuras más inspiradoras y admiradas en la historia de la gimnasia artística mundial. Con una carrera que abarca más de tres décadas, su historia es mucho más que éxitos y medallas; es un ejemplo vivo de perseverancia, amor familiar y lucha contra la adversidad. La vida de Oksana refleja el espíritu de una mujer que, además de su pasión por la gimnasia, tuvo que enfrentar retos personales muy duros, particularmente relacionados con la salud de su hijo y los obstáculos que ello implicó para su carrera deportiva.

La carrera y logros de Oksana Chusovitina

Nacida en Uzbekistán el 19 de junio de 1975, Oksana comenzó a destacar en la gimnasia artística desde muy joven. Su talento y dedicación la llevaron a participar en múltiples Juegos Olímpicos desde 1992, representando inicialmente a la Unión Soviética, luego a Uzbekistán y finalmente a Alemania. En su extensa trayectoria, ha conquistado logros que marcaron la historia del deporte: fue medallista en Atlanta 1996, donde ganó la medalla de oro en salto, y también participó en Juegos Olímpicos en 2000, 2008, 2012, 2016 y, con un rendimiento ejemplar, en los Juegos de Tokio 2020, con 46 años, rompiendo todas las expectativas.

Sus logros incluyen también múltiples medallas en Campeonatos Mundiales y Juegos Asiáticos, lo que la convirtió en un símbolo de resistencia y dedicación. La longevidad de su carrera, manteniéndose activa en la élite en una disciplina que suele favorecer a jóvenes deportistas, refleja su extraordinaria disciplina, fortaleza mental y amor por la gimnasia.

La dura lucha familiar y el cambio de nacionalidad

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Pero lo que quizás hace más admirable la figura de Oksana no son solo sus trofeos, sino su historia personal marcada por dificultades familiares. En 1998, su hijo Alisher fue diagnosticado con leucemia, una enfermedad que transformó radicalmente su vida y la de su familia. La batalla de Oksana por salvar a su hijo fue una de las pruebas más duras que enfrentó: mientras luchaba por mantener su carrera deportiva, también debía cuidarlo y buscar tratamientos médicos adecuados. En ese momento, las condiciones y recursos en Uzbekistán no estaban a la altura de las necesidades de su pequeño, lo que la llevó a buscar opciones en Alemania, país donde finalmente pudo dar a su hijo la atención médica que requería.

El diagnóstico de leucemia de su hijo y las dificultades para acceder a un tratamiento digno en Uzbekistán, impulsaron a Oksana a cambiar de nación para competir por Alemania en 2006 y 2008. Sin embargo, ella siempre mantuvo sus raíces en Uzbekistán y su eternamente amor por su país. La motivación y fuerza que encontró en su difícil vida personal se reflejaron en su dedicación constante a la gimnasia, aún en las condiciones más adversas.

La lucha de una gimnasta madura y madre trabajadora

Convertida en madre, Oksana enfrentó la realidad de competir en la élite mundial en una edad en la que muchas gimnastas ya habrían colgado su leotardo. La fisiología, las lesiones y la fatiga natural de un cuerpo que ha trabajado por tantos años, parecían ser obstáculos insuperables. Pero ella, con una disciplina única y un amor profundo por su hijo y su deporte, logró mantenerse vigente, demostrando que la edad no es un límite cuando hay pasión y compromiso.

Su historia también revela la doble lucha de una madre que, además de ser atleta, es un ejemplo de resiliencia y amor incondicional. La dedicación que pone en cada entrenamiento, en cada competencia, es también un acto de amor hacia su hijo, quien fue la mayor inspiración para no rendirse y seguir luchando por sus sueños —porque sabiendo que su pequeño necesitaba de ella, ella nunca se dio por vencida.

Un ejemplo de perseverancia y amor

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Oksana ha hablado abiertamente sobre sus dificultades, sobre cómo su vida cambió por completo cuando su hijo enfrentó grave enfermedad. La ha convertido en un símbolo de esperanza, mostrando a millones cómo la lucha constante, el amor por la familia y la fe en uno mismo pueden superar obstáculos insuperables.

Hoy, con más de 45 años, Oksana continúa demostrando que la verdadera fortaleza no solo reside en la capacidad física, sino en la resistencia del espíritu. Su ejemplo inspira a deportistas y personas en todo el mundo a no rendirse ante las adversidades, a luchar por sus sueños con tenacidad y a valorar lo más importante: el amor, la familia y la perseverancia.

La historia de Oksana Chusovitina es un testimonio vivo de que, con pasión, fe y determinación, cualquier obstáculo puede convertirse en una oportunidad para crecer y seguir triunfando, sin importar cuán difíciles sean los tiempos. Ella nos enseña que la verdadera victoria está en nunca dejar de luchar y en creer en uno mismo, incluso en los momentos más oscuros.

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Shaquem Griffin: Un Guerrero que Desafió la Adversidad y a la NFL

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La historia de Shaquem Griffin es una inspiración mundial y un ejemplo de que la verdadera fuerza no siempre se mide solo en músculos o habilidades físicas, sino en la perseverancia, la pasión y la resiliencia. Nacido en 1995 en Florida, Shaquem enfrentó desde pequeño un desafío que parecía insuperable: sufrió una anomalía congénita que le impidió desarrollar su mano derecha. A los cuatro años le fue amputada, una decisión médica necesaria, pero que para muchos parecía ponerle un límite casi insalvable en su vida.

La Discapacidad Solo es Mental

Vivir con una sola mano, especialmente en un deporte tan exigente como el fútbol americano, parecía ser un impedimento imposible de superar para muchos. La falta de una extremidad le generaba dificultades en tareas básicas y lo colocaba en desventaja en un deporte que requiere fuerza, coordinación y precisión. Sin embargo, Shaquem no se dejó limitar por su discapacidad. Desde pequeño, entrenó con una determinación feroz, desarrollando habilidades alternativas y perfeccionando su técnica para compensar esa dificultad.

Su dedicación en su niñez y adolescencia fue ejemplar. Utilizó su condición como un motor para ir más allá de los límites impuestos por la sociedad y la naturaleza. Su perseverancia lo llevó a destacar en la secundaria y luego en la Universidad de Central Florida, donde se convirtió en una de las figuras más sobresalientes del fútbol universitario, ganando reconocimiento por su velocidad, inteligencia en el campo y liderazgo.

La Llegada a la NFL y el Valor de la Persistencia

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En 2018, Shaquem logró algo que parecía inalcanzable para muchos: fue seleccionado en la quinta ronda del Draft de la NFL por los Seattle Seahawks. Sin duda, su historia emocionó a todo el mundo del deporte, porque fue la prueba definitiva de que la voluntad y la lucha constante pueden romper cualquier barrera, incluso en un deporte que demanda el 100% de habilidades físicas. Sobreponerse a las dificultades para competir en la liga más exigente del fútbol americano no solo requirió esfuerzo físico, sino también una fortaleza mental extraordinaria.

Su ingreso a la NFL representó mucho más que un logro personal; fue un símbolo para millones de personas con discapacidades y para todos aquellos que enfrentan adversidades en su vida. Shaquem se convirtió en un ejemplo vivo de que los obstáculos no deben definir nuestro destino, sino que cada dificultad puede ser transformada en una oportunidad para demostrar que la verdadera victoria está en nunca rendirse.

La Resiliencia Ante la Adversidad

La historia de Shaquem Griffin es solo una entre muchas que muestran cómo la adversidad puede convertirse en la mayor motivación. Casos como el de Jim Abbott, un lanzador de béisbol sin su mano derecha que en las Grandes Ligas alcanzó un éxito impresionante y lanzó un juego sin hit en 1993, ejemplifican cómo la fuerza interior puede derrotar cualquier limitación física. Por otro lado, Ben Underwood, ciego de nacimiento, usó su sentido del oído para jugar al baloncesto en la calle con sus amigos, demostrando que la discapacidad visual no es un freno para la pasión y la creatividad.

Y Oscar Pistorius, uno de los atletas paralímpicos más famosos, con ambas piernas amputadas por debajo de las rodillas, se convirtió en un referente en el atletismo y en la lucha por la inclusión en los Juegos Olímpicos.

Alcanzar los Sueños más Allá de la Adversidad

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La historia de Shaquem Griffin nos invita a reflexionar sobre lo que realmente significa luchar por nuestros sueños. La sociedad a menudo nos llena de quejas sobre las dificultades y limitaciones que enfrentamos en nuestra vida cotidiana, pero ejemplos como el de él nos demuestran que muchas veces esas quejas nacen por una percepción errónea o una falta de voluntad para seguir adelante.

La resistencia, la pasión y el compromiso que Shaquem mostró en su carrera deportiva nos enseñan que, a pesar de las adversidades físicas o económicas, siempre hay un camino para cumplir nuestras metas. Su logro en la NFL nos recuerda que no debemos subestimar la fuerza del espíritu humano: cuando uno realmente desea algo y trabaja con constancia, puede lograr incluso lo que parece imposible.

Cada uno de nosotros tiene en su interior un potencial increíble que, en muchas ocasiones, solo necesita de esa chispa de voluntad y perseverancia para salir a la luz. La historia de Shaquem nos inspira a seguir luchando, a valorar lo que tenemos y a recordar que las dificultades muchas veces solo son obstáculos temporales en nuestro camino hacia el éxito y la realización personal.

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Anthony Robles: La “Imparable” Historia de Superación

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En la actualidad, las historias de superación personal inspiran a millones de personas alrededor del mundo. Una de las historias más impactantes en el mundo del deporte es la de Anthony Robles, un atleta que desafió todas las adversidades y demostró que la voluntad y el esfuerzo pueden transformar vidas. Recientemente, Prime Video lanzó la película Imparable, basada en su historia, que ha llegado para recordarnos que los obstáculos solo son un impulso para ser mejores.

Imparable: La historia real de Anthony Robles

Esta relata la historia de Anthony Robles, un luchador mexicano-estadounidense que nació sin su pierna derecha debido a una anomalía congénita. Desde pequeño, Anthony enfrentó multitud de obstáculos en su vida, desde la aceptación social hasta las dificultades físicas en un deporte que tradicionalmente requiere mucha movilidad y agilidad. Sin embargo, lejos de rendirse, Anthony decidió desafiar todos los límites y trabajar con una voluntad impresionante para alcanzar sus sueños.

La película muestra como a pesar de las dificultades, se convirtió en campeón en la lucha libre universitaria, logrando múltiples títulos en la Universidad Estatal de Arizona. Su historia de perseverancia y tenacidad se convirtió en un ejemplo para deportistas y personas en todo el mundo. La cinta no solo aborda su éxito en el deporte, sino también la batalla interna que libró para aceptar sus limitaciones, vencer las dudas y demostrar que, con esfuerzo, todo es posible.

¿Por qué Verla?

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La historia de Anthony Robles es un claro ejemplo de valores fundamentales que todos deberíamos aprender y enseñar, especialmente a las nuevas generaciones. Entre estos valores destacan:

Perseverancia: Anthony no permitió que su discapacidad definiera sus límites. Cada día se esforzó en perfeccionar su técnica y en mejorar su rendimiento, enseñando que nunca hay que rendirse ante las dificultades.

Pasión: Su amor por la lucha libre fue mayor que los obstáculos. La pasión y el compromiso con su deporte le dieron la fuerza para seguir adelante y alcanzar la gloria.

Resiliencia: Cada caída en su vida fue una oportunidad para levantarse aún más fuerte. La capacidad de recuperarse ante las adversidades fue clave en su historia.

Autoestima y confianza: Anthony aprendió a valorarse y a confiar en su potencial, demostrando que la autoconfianza es esencial para alcanzar cualquier meta.

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Superación personal: La historia no solo es acerca de ganar medallas, sino también de vencer los obstáculos internos y físicos que la vida presenta.

La voluntad de Anthony en Nuestras Vidas

Esta historia de nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida. Muchas veces, en lo cotidiano, enfrentamos obstáculos que parecen insuperables, ya sea en los estudios, en nuestro trabajo o en las relaciones personales. La voluntad y determinación que tuvo Robles para convertirse en campeón nos enseñan que, con esfuerzo, no hay barrera que no podamos superar.

La perseverancia y la fe en uno mismo son ingredientes que todos podemos cosechar. La historia de nuestro personaje es como una llamada a no desistir, a seguir luchando día a día, a levantarnos cada vez que caemos y a creer en que podemos lograr nuestros sueños, aunque el camino sea difícil y lleno de obstáculos.

Valorando

Al reflexionar sobre la historia de Anthony, debemos ser conscientes de lo afortunados que somos. Muchas personas que no tienen discapacidad afirman que “es difícil”, “que no pueden”, o “que no tienen suerte”. Sin embargo, tener salud, movilidad y oportunidades no es solo una gracia, sino un motivo para agradecer. Muchas veces, damos por sentados aspectos fundamentales de nuestra vida: caminar, ver, escuchar… y no nos damos cuenta de lo valioso que es eso hasta que lo perdemos.

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Anthony Robles nos lo recuerda e incita a valorar cada pequeño logro y a no subestimar nuestras capacidades. Cada uno de nosotros tiene potencial para afrontar retos y marcar la diferencia en su entorno, solo que a veces nos falta esa chispa de coraje y perseverancia.

Aprendiendo

Imparable es una poderosa lección de vida que deberíamos compartir con los niños y jóvenes. Les enseña que los límites no están en las circunstancias, sino en la mente y que, con esfuerzo, pasión y determinación, cualquier persona puede superar obstáculos que parecen insuperables. Anthony nos recuerda que no importa cuán difícil sea el camino o las dificultades que enfrentemos, lo más importante es mantener vivo el deseo de seguir adelante y no rendirse nunca.

Esto inspira a todos a seguir luchando por sus sueños, sin importar las adversidades, y a valorar la fortaleza que todos tenemos, incluso en los momentos más oscuros. En definitiva, su historia nos invita a creer en nosotros mismos, a ser valientes y a transmitir estos valores a las futuras generaciones, porque todos merecemos una oportunidad para demostrar de qué estamos hechos.

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